lunes, mayo 09, 2005

LA CHICA DE LAS FOTOCOPIAS




En mi trabajo y en las empresas para las que lo he hecho se genera papel. Mucho papel. Cantidades industriales de fotocopias y documentos impresos. La tala de medio bosque en papel, vamos. La mayor parte del mismo pasaba por las solícitas manos de Belén, la “chica de las fotocopias”, amable y eficiente donde las hubiera, que en un pis pas te hacía quinientas copias de veinte fuentes distintas y te las entregaba clasificadas y hechas un primor.
Un día aciago, las mentes administrativas de la empresa llegaron a la conclusión de que eliminando a Belén del mapa de la misma, un sueldito más se quedaba en tesorería. Eso sí, a partir de entonces cada uno tendría que hacerse sus copias, que total eso no es nada y no cuesta ningún trabajo. Para acallar las voces más reaccionarias, se compró un monstruo de tecnología punta, que superaba en velocidad y prestaciones a cualquiera del mercado, y que funcionaba, además, por supuesto, como impresora centralizada de todos los equipos informáticos de la empresa. Vamos, que entre eso y el sueldo de Belén la máquina se pagaba sola. Con sus docenas de botones, lucecitas de colores y sus funciones inteligentes, era lo nunca visto. Era como la “Madre” del “Nostromo”, para entendernos. Aunque, mejor dicho, fue la madre del cordero.
Siendo la organización un grupo empresarial, la máquina debía reconocer a cada usuario que fuera a utilizarla a través de: primero, el código de la empresa a la que pertenecía; segundo, el código personal. Después venía programarla, que eso era otra: calidad, resolución, tamaño, número de copias… Si se terminaba el papel, aquello no podía abrirlo cualquiera: de nuevo el código 1, el código 2… Las colas que se organizaron con destino al aparato no envidiaban un ápice a las del mismísimo Cristo de Medinaceli en su mejor momento. Las mesas de los despachos vacías, la productividad en picado… Pero, eso sí, en la cola hacías amigos.
Por otra parte, como muchas de las veces llevabas a cabo la peregrinación para recoger un documento que previamente habías enviado desde tu ordenador, sucedían cosas curiosas: una vez recogí, como mío, un documento por el que descubrí que fulano, de asesoría, y mengana, de contabilidad, estaban liados. En otra ocasión, la máquina me escupió una receta de tiramisú, pero esta me la quedé (la de veces que me he preguntado yo quién mandaría aquello a imprimir…)
Fue por entonces cuando surgió la figura del “vocero”, alguien que estratégicamente situado cerca de la rendija de expulsión de la máquina, intentaba poner orden en el caos gritando: “¿Quién ha enviado un informe sobre inversión? o ¿de quién es esta nota de prensaaaa? Para no creerse, pero la máquina de café se acercó unos metros a la diabólica máquina, convertida ahora en eje de la vida social de la empresa.
Belén volvió a los tres meses, y para mí fue como lluvia en agosto: se hizo amiga del aparato en pocos días, y las primeras fotocopias que me hizo me supieron a gloria. La máquina de café permanece allí, porque de repente todos queremos más a Belén y de vez en cuando nos tomamos un cortado con ella. Cuando la veo recuerdo aquel despropósito, y eso me hace estar seguro de que prefiero un mundo con chicas de las fotocopias a un mundo con máquinas hostiles y antipáticas.
Como prefiero un mundo con tenderos, barrenderos, carpinteros, camareros… Con todos los “eros” y “eras” que hagan su trabajo con dignidad e ilusión, y a los que se trate y considere (remunere, también) del mismo modo digno y motivador.
De momento, a Belén le gusta su trabajo. Y a mí me sale un tiramisú estupendo.
  • 6 comentarios:

    Blogger siloam said...

    llegué aquí por tu "promotor"; me gusta este blog, y Belén; si es que las cosas hay que hacerlas con cariño y un mucho de arte-sana.
    saludos.

    12:55 a. m.  
    Blogger diario said...

    Esto del neoliberalismo (que no libertango) es lo que tiene, que las chicas-chicos para todo resulta que al final no sirven para nada.
    Viva la lucha obrera!!!

    12:30 p. m.  
    Anonymous Anónimo said...

    Pues muchas gracias, Siloam. Espero verte por aquí entonces.

    2:22 p. m.  
    Anonymous Anónimo said...

    ¡con lo mal que me llevo yo con las máquinas no sabes cómo te comprendo!

    5:37 p. m.  
    Anonymous Anónimo said...

    que me dao cuenta que mas enlazao ¡munnnnnnnchas gracias guapetón!

    5:38 p. m.  
    Anonymous Anónimo said...

    pues claro, ¿qué pensabas?

    6:25 p. m.  

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